Un novenario de rosas se posó en tu aroma y me enamoré de ti.
Al segundo de absorberte, tejí un sendero de futuro que soñé.
Pero luego la nada marchitó las rosas y engulló al camino.
¿Sería yo? ¿Fuiste tu? ¿Fuimos ambos?
No lo se. La respuesta no tiene importancia.
Se apagó el aroma y el poema terminó al costado, en un cántaro vacío.
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