Sunday, November 27, 2005

¿MADRID RECOMENDABLE?


Madrid es Arte, monumentalidad, belleza y mala educación. Como en toda Europa, cada rincón cuenta una historia, cada plaza conmemora y cualquier escultura o jardín responde a un acontecimiento o recoge una semblanza. Es una historia bien ensamblada la de Madrid, coherente, a veces heróica y siempre pintoresca. Comenzó como fortaleza de moros para defender Toledo de las incursiones cristianas de leoneses y castellanos, y su primer nombre fue "Macher-it", equivalente a "Madre de agua abundante". Su fundador fue Muhammad I, hijo de un emir de Córdoba. En torno al Alcazar que sirvió de primer enclave defensor se fue agrupando una población musulmana que formó una pequeña medina civil de callejuelas enrevesadas. Pero cuando Alfonso VI toma Toledo en 1085, Madrid queda en zona cristiana, conviviendo entonces las dos poblaciones, musulmana y cristiana, en sana paz, agrupándose y orando en sus alcázares, mezquitas, iglesias y monasterios. De allí comienza un desarrollo impresionante que convierte a la capital de España en un delicioso paraje para recreación de la vista y gozo intelectual. Puerta del Sol, Plaza Mayor, el Monasterio de las Descalzas Reales, El Palacio Real, la Fuente de Neptuno, El Paseo y Museo de El Prado, son recuerdos desordenados, inolvidables e inagotables a los que sólo empaña la mala educación del madrileño, que no invita a volver. ¿Vale la pena sufrirla? Si, pero sólo una vez. Sin embargo, si Usted es muy sensible a ella, escoja otro destino. Hay otras bellezas en Europa y otras historias. La decisión es suya y la impresión es mía.

Tuesday, July 05, 2005

Buenos Aires en Congreso



El trigésimo Congreso de la Sociedad Interamericana de Psicología me depositó en Buenos Aires y me mantuvo allí por nueve días y ocho noches (¡Que noches!... ¡Que días!) Del Congreso escribiré en correo interno de la institución para la cual trabajo, pero de Buenos Aires quiero dar a conocer mi impresión a todos. Me sorprendió esta hermosa ciudad sureña, la cual no conocía, y más que la ciudad, fíjense ustedes, me sorprendieron sus habitantes. Nada arrogantes, créanme, nada petulantes ni insoportables como lo percibe el estereotipo. Por el contrario topé con gente cortés, gentil, dispuesta a agradar y a ayudar al visitante. Lo hacen con ánimo que sentí genuino. No es la propina o el aprovechamiento del turista lo que los mueve a acercarse o dejarse abordar. Es que les gusta su ciudad y la enseñan, les gustan sus costumbres y las exhiben y hablan sobre ellas. Sienten orgullo, pero no es un orgullo insolente montado para agredir; es que les encanta Argentina y ser argentinos y se comportan como un pueblo que no ha perdido su dignidad ni su identidad porque se haya dejado engullir por alguna cultura imperial. Hay disciplina social en Buenos Aires, en el sentido de que la gente respeta a los otros y exige ser respetado; pero no es una disciplina social automatizada y aburrida del tipo norteamericano. Es una disciplina para la transacción y la relación social que se da dentro de la alegría y la emoción latinas, no dentro de la frialdad y la distancia de otros lugares. ¡Y que bella ciudad! Amplia, ordenadas sus calles topograficamente como un damero: si esta calle sube la próxima baja; si esta va a la izquierda la próxima cruza a la derecha. No hay manera de perderse en Buenos Aires. Es una ciudad que se camina con una facilidad asombrosa. ¡Y que parques! Grandes, hermosamente diseñados en su paisajismo, ni que decir que bien cuidados y amorosamente mantenidos. ¿Delincuencia? Sí la hay, más que todo carteristas y arrebatadores. No hay hombre que lleve su cartera en el bolsillo de atrás ni mujer que no la lleve adelante bien sostenida. Incluso en los restaurantes la nueva modalidad es fijar la cartera femenina a la silla con una cadenita y un candado (ya encontrarán la manera de llevarse la silla) pero nadie lo asaltará poniéndole un cuchillo al cuello, o sacando una pistola o paralizándolo con una "estranguladora". Hasta en los ladrones, pues, hay disciplina social, porque ni siquiera en los restaurantes o ventorrillos le dan el vuelto corto o le sacan las cuentas del Gran Capitán a la hora de la conversión de monedas. El dólar lo reciben entre 2.85 a 3.00 pesos, según el sitio donde usted se meta. Las tiendas, para cortejarlo y que usted compre lo reciben alto (a 3.10 me lo recibieron una vez donde compré unos zapatos) Los sitios de comida, casi todos, lo reciben a 2.85 y los mala sangre del hotel me lo recibieron un día a 2.75, de lo que me vengué sacándole las plumas a una almohada. ¿Buenos Aires de noche? ¡Una nota! Las calles plenas de gente a las once, a las once y media, a las doce, a la una. La gente comienza a entrar a los restaurantes para cenar entre diez, diez y media y once. ¡Y los espectáculos! ¡Y la producción editorial! Es la más vasta y diversa que he visto jamás, sobretodo en las calles de la Avenida Corrientes. Vaya usted a Buenos Aires, amigo, amiga, se lo recomiendo y no trabajo para ninguna agencia de viajes. Vaya si puede. Si usted obvia aquello en lo único que son repetitivos: "tenemos los mejores vinos del mundo y los mejores alfajores" -lo que no es verdad-; "la nuestra es la mejor carne del mundo" -lo que sí es verdad aunque mi amigo Capobianco dice que la uruguaya es mejor-; "la avenida 9 de julio es la más ancha del mundo" -lo que no sé si es verdad-; "el Delta del Paraná es el único del mundo que no desemboca en el mar" -lo que parece ser verdad-; "el metro de Buenos Aires es el más antiguo de latinoamérica -lo que sé que es cierto-; si usted obvia todo eso y les "mama gallo" cada vez que refieren una de esas echonerías, entonces encontrará a esta gente encantadora. Yo les respondía que si todo lo que decían fuese cierto, igual nosotros ganábamos porque tenemos las mujeres más bellas del mundo. Allí se les torcía la lengua y balbuceaban que eso sí que era una realidad universalmente aceptada y ampliamente comentada -además tenía a mi esposa a mi lado, la que además de hermosa les hubiese sacado los ojos de ellos decir lo contrario (y a mí también)- Tango, cuero, carne y vino, amigos, eso es Buenos Aires; además de cortesía y belleza. No se pierdan "Caminito" en el pintoresco "Barrio de La Boca", ni "Puerto Maderos", ni "Plaza de Mayo" con la Casa Rosada enfrente y la Catedral de Buenos Aires a un costado, ni El Obelisco en la 9 de julio, ni Corrientes, ni el "Barrio de la Recoleta" (incluido su cementerio) Visiten la casa de Gardel en el "Barrio del Abasto", casa humildísima donde apenas está la mesa de planchar con la que la madre del morocho lo tuvo y mantuvo. Tampoco el estadio de "La Bombonera" sede del Boca Juniors, ni la residencia presidencial en "Los Olivos". Vayan, hermanos, y cuéntenme sus impresiones. Y los que haya ido vuelvan a la Feria de San Telmo y a San Isidro e igualmente escríbanme y coméntenme.